Cada año lo mismo. Aprender inglés es una de las ideas que se nos viene a la cabeza mientras estamos dando la bienvenida a un nuevo año. Y nosotros tenemos al profesional perfecto para hacerlo realidad… de una vez por todas. Jon Urkiza, propietario de su academia de inglés John’s School en el barrio de Salburua de la capital, que hizo realidad su sueño de poder tener su espacio propio para enseñar un idioma que desde niño le había cautivado. 

Jon Urkiza posando en su academia de inglés en Salburua Aitor Álvarez

Pero, antes de abrir las puertas (en el año 2017) de su primer local (curiosamente al lado del espacio que ahora es su academia) pasó por Vitoria (nació en Bilbao) para estudiar en la facultad la carrera de Filología Inglesa, así como por Londres durante una temporada.

El paso que todos aquellos que estudian un idioma dan: irse a vivir a un país extranjero para empaparse al 100% de ese nuevo idioma, perfeccionar esa lengua y vivir la experiencia. 

Ya con las maletas de regreso, Jon (como tantos otros compañeros de profesión) empezó a formar parte de la plantilla de diversos negocios y academias de idiomas mientras en su cabeza seguía sin parar esa idea de hacer realidad alguna vez el sueño de tener un espacio propio.

Un lugar donde poder enseñar ingles cómo él quería. Lo que entonces no adivinaba Jon es que ese sueño iba a ser mucho más grande de lo que había pensado cuando estudiaba en la universidad.

La constancia, el trabajo, la cercanía, la atención personalizada y los detalles con sus alumnos hicieron el resto para dar vida a un negocio que, como él mismo dice, “está en su mejor momento”.

John's School, academia de inglés delicadamente decorada Aitor Álvarez

¿Por dónde empezar? 

Pregunta que se hacía una y otra vez nuestro protagonista cuando esa idea en su mente se iba poco a poco materializando. ¿Empiezo con la inversión? ¿Buscando alumnos? ¿Alquilando un local? ¿O todo a la vez?

Esta última fue la opción elegida por Jon, que contó en esos comienzos con la ayuda inestimable de Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA y por supuesto de su pareja; ambos (cada uno en su plano) confiaron en él ciegamente y en su futura academia de inglés. 

Era solo el germen del primer local que abrió en el año 2017 justo detrás del espacio que ahora ocupa John’s School. Apenas 65 metros cuadrados con capacidad para albergar dos clases y donde Jon empezó dando clases de inglés de una manera muy cercana, casi familiar, con los pocos alumnos que empezaron a su lado.

“Era como estar en familia ya que a veces tenía solo un par de alumnos y hasta les preparaba algo de merienda”, recuerda divertido este emprendedor que no imaginaba en el éxito que enseguida iba a tener su academia de inglés. 

El punto (obligado) de inflexión

Todo iba rodado hasta que, al cabo de unos años y con el negocio ya asentado, llegó la pandemia y la puerta de la academia se cerró para apostar por la enseñanza virtual. “Fue un momento complicado por todo lo que supuso a nivel general y desde el punto de vista de mi academia empezamos la apuesta, o más bien la prueba, de dar clases online por videollamada”.

Una metodología que se mantuvo hasta que pudo volver de nuevo a pisar un espacio físico con todas las medidas que había que adoptar en ese momento.  

“Pese a todo, gracias a esa experiencia, por raro que pueda parecer, salimos más reforzados todavía y fue cuando empezó a fraguarse la idea de ampliar un espacio que se nos estaba quedando pequeño ya que éramos 4 profesores y cada vez teníamos más demanda”, explica. 

Exterior de John's School Aitor Álvarez

El destino quiso que justo detrás de su primer local, adaptado en la actualidad a los más pequeños, encontrase la que ahora es la sede principal de su academia; un espacio preciosamente decorado al detalle con elementos icónicos y reconocibles de la cultura british.

Aquí Jon y todos sus profesores (a los que agradece cada día su trabajo, implicación y dedicación como si el negocio también fuera de ellos) ofrecen una formación centrada en la personalización, el detalle, la especialización y la cercanía… Palabras todas ellas que dan buena cuenta del valor añadido de un centro de enseñanza que además tiene la suerte de encontrarse en uno de los barrios más jóvenes de la capital. 

“Este es mi barrio, donde vivo y además tengo la suerte de estar junto a dos colegios”, apunta este profesor de inglés al que le puedes preguntar por el nombre de todos y cada uno de sus alumnos. No fallará. 

Precisamente, este detalle y esta atención es la buena estrella de John’s School. El negocio habrá crecido y se habrá consolidado si echamos la vista atrás, pero lo que se mantiene inalterable es esa pasión y esa cercanía con la que Jon nos descubre los secretos de un idioma universal. Igual ya es buen momento de cumplir ese propósito de Año Nuevo. 

Iniciativa apoyada por Gaztenpresa, Gobierno Vasco y Lanbide

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