El brutal ataque perpetrado el viernes en Moscú, en el que fueron asesinadas 133 personas y resultaron heridas otro centenar, es un gravísimo e intolerable atentado cometido de manera indiscriminada contra la población civil y que, por ello, merece la condena sin paliativos y la solidaridad con las víctimas y sus familias por parte de toda la comunidad internacional. Más allá de que el país que ha sufrido el salvaje ataque esté protagonizando una agresión ilegal e ilegítima contra Ucrania que ha derivado en una guerra que dura ya más de dos años, el atentado cometido por hombres armados en una sala de conciertos abarrotada de público es injustificable, sea cual sea la autoría. En este sentido, las dos hipótesis manejadas desde el primer momento respecto a la planificación y ejecución del asalto –esto es, la del yihadismo, principalmente el ISIS o Estado Islámico, y la de Ucrania– son posibles y plausibles. Mientras Kiev se desvinculó rápidamente de los hechos, el Estado Islámico asumió y reivindicó el atentado por sus medios habituales. Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, apunta a una posible conexión entre ambas y, en todo caso, a la involucración de Ucrania, aludiendo a que los terroristas detenidos intentaron huir a este país tras el ataque, extremos desmentidos por Kiev. La autoría del ISIS tendría la lógica de la venganza contra Rusia por su participación directa en los conflictos de Siria y del Sahel, en los que el papel de Moscú ha sido determinante en la lucha contra este grupo yihadista. Las continuas amenazas e incluso las operaciones de desarticulación de células terroristas llevadas a cabo por los servicios rusos –incluso este mismo mes– abonan esta tesis. Hay que recordar, además, que varios países, entre ellos Estados Unidos y Reino Unido, advirtieron hace dos semanas a sus ciudadanos en Rusia de la posibilidad de atentados inminentes en el país, en especial en grandes eventos como conciertos en Moscú. Una posibilidad que Putin desdeñó por considerarlo un intento de atemorizar a la población, lo que podría explicar también sus esfuerzos por acusar a Ucrania de estar detrás. En cualquier caso, este ataque tiene lugar en un momento delicado, con Putin muy crecido tras su reelección en las fraudulentas elecciones y especialmente amenazante con el uso de armas nucleares, y que ha prometido venganza.